De caballos y niños

EFESALUD 2016-09-11

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Madrid, 11 sep (efesalud.com). Uno de los conceptos más difíciles de inculcar a los niños es el de la espiritualidad, y quizá sea porque para alcanzar a comprender nuestro yo más interior y sus eternas y laberínticas disquisiciones haya que haber experimentado antes el verdadero sufrimiento de la vida, con sus decepciones continuas. No obstante, ellos, niños y niñas, hacen múltiples intentos solidarios de imitar a los padres en aquellas cosas que giran y giran alrededor del alma, aunque por lo general esos conatos más bien externos resulten infructuosos, ya que, a diferencia de los adultos, su única intención es la diversión por la diversión, el aprendizaje, y no la flagelación perpetua de sentirse caídos a los pies de la rutina.

RELATO: "La espiritualidad de los caballos", de la escritora Isabel Cañelles (Editorial Relee).

He llevado a Elmo y a Ari a la Escuela de Escritores. Mientras ellos están con su padre, yo me encierro un rato en el despacho principal. No es mi día. Cierro los ojos y respiro profundamente. Entra Elmo.
-Mamá, ¿qué haces?
-Estaba meditando un poquito.
-Yo quiero meditar también.
-Ya -digo-. Esa ya me la sé.
Elmo se sienta en el suelo con las piernas cruzadas a lo indio y pone las manos en el mudra de la ecuanimidad. Cierra los ojos.
-¿Me enseñas? -me pregunta.
-Vale. Lo primero que tienes que hacer es estarte quieto. Y respirar tranquilamente.
-¿Y qué más? -pregunta, impaciente.
-Trata de concentrarte en la respiración. No hagas caso de nada más.
Tras unas microcentésimas de segundo de silencio, fuera se oye a su padre y a su hermano riéndose. Elmo salta como una palomita de maíz en la sartén.
-Un momento, mamá -dice, saliendo por la puerta.
Suspiro profundamente.
-¡Te echo una carrera, Ari! -oigo los gritos de Elmo a través de la puerta entreabierta.
Se oye el sonido de una manada de caballos salvajes galopando por el pasillo. Y por mi mente también. Cuando pasan junto al despacho, suena la voz apresurada de Elmo:
-¡Mamá! ¡Ahora vengo a seguir meditando!
-Claro, amor -digo, y suspiro más profundamente aún.

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IN ENGLISH: The spirituality of horses

I take Elmo and Ari to the Escuela de Escritores. While they are with their father, I shut myself in the main office for a while. It's not my day. I close my eyes and breathe deeply. Elmo comes in.
"Mom, what are you doing?"
"I was meditating a little."
"I want to meditate too."
"Sure," I say. "I know that story."
Elmo sits on the floor with his legs crossed and puts his hands in the mudra of equanimity. He closes his eyes.
"Will you show me?" he asks.
"Okay. The first thing you have to do is to be still. And breathe quietly."
"And what else?" he asks, impatiently.
"Try to concentrate on breathing. Don't pay attention to anything else."
After a few microseconds of silence, his father and brother can be heard outside laughing. Elmo jumps up like corn popping in a pan.
"One minute, Mom," he says, running out the door.
I sigh deeply.
"I'll race you, Ari!" I hear Elmo shouting through the half-open door.
I can hear a herd of wild horses galloping down the corridor. And in my mind too. When they pass by the office, I hear Elmo's breathless voice.
"Mom! I'm coming back now to go on meditating!"
"Of course, love," I say, and sigh even more deeply.

Translation/Traducción: Fionnuala Ni Eigeartaigh.

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