El Diamante (Colombia), 22 sep (EFE).- (Imágenes: Juan Pablo Alemán) Vienen de toda Colombia, la mayoría son campesinos, algunos indígenas y otros de raza negra, pero todos los guerrilleros de las FARC tienen algo en común: le han puesto la cara a la guerra y se les ha quedado marcada en el rostro.
Los rebeldes temen más a un micrófono que a un fusil o un bombardeo y cuesta explicarles que fuera de sus campamentos hay gente que quiere escuchar sus palabras.
En el campamento en que se encuentran, en los Llanos del Yarí, un corredor natural entre los departamentos del Meta y Caquetá, se reúne la Décima Conferencia Nacional de las FARC en la que ratificarán el acuerdo de paz rubricado con el Gobierno colombiano el pasado 24 de agosto.
El 26 de septiembre ese acuerdo se firmará en un acto oficial en Cartagena de Indias que será acompañado con una gran fiesta guerrillera en el Yarí. Aún quedará un último paso, el plebiscito del 2 de octubre, en el que los colombianos deben ratificarlo
Mientras tanto, todos los guerrilleros buscan aprender y prepararse para ese futuro cercano en el que muchos volverán al entorno rural que abandonaron.
años, con la ilusión de verse ya sin fusil.
"La paz es algo muy hermoso donde todos estemos unidos y haya equidad", le añade "Enilsen", que a sus 32 se está reconvirtiendo en fotógrafa.
Sus sueños y esperanzas giran mucho más allá, todos ellos ya se ven de vuelta en sus lugares natales, aunque les cueste decirlo, comiendo con sus familias y formando las suyas propias.
natales, aunque les cueste decirlo, comiendo con sus familias y formando las suyas propias.
También colaborando con la formación política en que se transformen, otra de sus esperanzas a la que acuden sin ambición, según reconocen con palabras también prestadas.
Si se cumplen o no, si se reintegran a la vida civil sin estigmas es algo que también se quedará en sus rostros.
DECLARACIÓN DE LA GUERRILLERA "ENILSEN" EN LOS CAMPAMENTOS DE LAS FARC
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