Escuchar a Toñi es desgarrador. Su marido Miguel, de 61 años, y su única hija, Sara, de 24 años, murieron en el garaje cuando bajaron a sacar los coches. En ese momento no llovía, pero se desbordó el barranco del Poio y el agua se adentró en Benetússer como un tsunami. Nos cuenta que cuando vio cómo estaba el barranco a las 17:00 horas se preocupó y de ahí su indignación. Sólo había alerta por precipitaciones, no por desbordamiento. La rabia hace aún más insoportable la pérdida.