Las dietas fracasan, entre muchas razones, porque solo suelen tener en cuenta los aspectos más biológicos y descuidan las variables psicológicas implicadas en el origen y mantenimiento del problema. Un tratamiento que descuide los factores psicológicos de cada persona está condenado al fracaso. Solo un tratamiento que integre todas las variables implicadas en la alimentación será verdaderamente eficaz para lograr el éxito.